miércoles, 27 de febrero de 2008

¿Qué hay de detrás de.....La Mujer con chaqueta verde?



Un largo día, como casi todos los que le habían precedido ...

La llegada a casa, las llaves perdidas en el bolso, las escaleras, la barandilla con reposamos de madera, los tacones destrozando los pies, y el cansancio eterno que la acompañaba como un perro faldero.

_ Florentine_ gritó una voz desde el entresuelo.

_ Han dejado una carta para ti .


La sorpresa, sensación desconocida, salpicó dulcemente la mirada de Florentine, al tiempo que un tenue calor inundaba las yemas de sus dedos al recogerla.

Papel blanco, buena calidad, su nombre manuscrito con pluma, se notaba que los trazos procedían de una mano habituada a escribir. El diseño de cada letra no se había dejado al azar, era cuidadoso, minucioso, exquisito.

Al entrar el casa, la impaciencia le devoraba hasta la uñas, el sobre no perfumado con una letra L como remitente, ocupaba toda su atención y cierto temor se fue apoderando de ella.

La carta decía así:

" Señorita Beauchamp, ruego disculpe este atrevimiento, pero me confieso su firme admirador, no puedo dejar pasar más tiempo, necesito hablar con usted, hacerle saber que existo, que estoy ahí, que puede contar con mi amistad, si estima conveniente que nos podamos conocer...."

La espero el viernes en el Parque Monceau, junto a las columnas de la Naumaquia... a las cinco "



Florentine llevaba una vida apagada y discreta, su trabajo como traductora en la oficina de patentes, no le ofrecía grandes alegrías y tampoco le posibilitaba nuevas amistades.

Llegó el día, salió pronto de la oficina, pasó por casa para mejorar su aspecto, se quitó sus oscuros y habituales vestidos y se rodeó con el color de la esperanza, su chaqueta verde todavía no estrenada, verde esperanza ante el encuentro con el que iba a ser su momento más especial. No recordaba, ningún otro instante que hubiera alterado de su nivel de emocional en los últimos años.

Llegó a Monceau, esperó y esperó, pasaron las cinco, muchas parejas se encontraron, muchas jóvenes que no vestían de verde...

Su "chevalier errant" no llegó, se quedó perdido con sus esperanzas, junto al estanque de la Naumaquia y bajo el cielo mustio de aquella tarde en París.

viernes, 22 de febrero de 2008

Suite Samsara

He encontrado el lugar para perderme ..........



Sus dimensiones son tales, que un cuerpo deambulando por esta suite, deja de sentir la presión de reposar en un lugar cerrado, tan pronto como sus pies, lentos y descalzos, se deslizan por la cerámica blanca y escocesa.

Paredes vacías, una ocupada por entero con largos ventanales que miran hacia un pequeño jardín japonés, sutil, delicado, silencioso y solitario. Su uso es privado, tanto, que antes de salir, el ocupante siente la necesidad de pedir permiso a algún ser diminuto y no humano.

Un enorme bloque de madera, elevado hasta el techo, limita la cama y la separa de la zona de aseo .... invisible. Siento ganas de mirar lo que hay detrás, pero no lo hago hasta más tarde.

Tumbado sobre la cama, la mirada se pierde y se recupera unos metros más allá, se dispersa y se recentra sobre un oleo, que como magnetizado, obliga al habitante del colchón a mirar continuamente en esa dirección.

La otra opción es mirar hacia el techo, lejano, muy lejano, blanco, resplandeciente pero totalmente vacío de emoción. Algunos han creído ver en él, marcas de corchos que alguna Vieja Dama, Viuda y francesa, pudo dejar como testimonio de una celebración con temperatura inadecuada.

Pediré la cena en la habitación, algo suave, que no llegue a molestar el placentero sueño que me espera, y también beberé leche, caliente, que como una alfombra blanca me conduzca hasta M.....de Morfeo.


Mañana, al despertar, saldré de la enorme cama bajo el gran árbol que llega al techo, miraré hacia el jardín, veré el puente rojo, y quizás notaré que desde alguna zona escondida y verde, alguien me espía.

Descubriré quizás una gran bañera redonda que mira hacia el mismo jardín, la llenaré de agua tibia, sales de colores, y como en una ceremonia iniciática me introduciré en ella, conteniendo la respiración hasta que el ruido feroz de los latidos del corazón, me obligue a regresar a la superficie.

Me dejaré perder en el tiempo de la inconsciencia, del olvido, del no mirar hacia ningún lugar, me quedaré perdido en el universo de la suite Samsara hasta que la tormenta haya pasado y yo ya no pueda volar.....

sábado, 16 de febrero de 2008

El violinista que comparte su techo con mi suelo


Después de muchos despertares en los que su música ha sido mi banda sonora, esta noche, he conocido al violinista que comparte su techo con mi suelo.

Monsieur Jennepin, tiene más de 80 años, y el hecho haberle puesto ya cara y manos, ha derrumbado brutalmente la imagen idílica que me había creado de él.

Su música ha conformado, en estos últimos meses, el papel de regalo que ha envuelto mis desayunos en nuestra pequeña terraza, ha sido el uniforme de asistenta que he llevado mientras hacia las tareas domésticas, sus notas se han mezclado junto con la pasta y el tomate, en las comidas que he preparado para Colette (Yo, no como pasta..., pero también ha sido el aliño de mis ensaladas)

Con el tiempo he aprendido a conocer su estado de ánimo, según la música que emite su violin puedo saber como se encuentra (Afortunadamente, a él si le gusta la lluvia, por lo que suele dar al ambiente el toque que a mi me falta)

Hoy, después de la cena, ha tocado para nosotras ....y por primera vez musica e imágen han formado un todo único, y esta vez, real.

Nos ha hablado de su vida, de sus sueños realizados y de aquellos otros que nunca podra realizar, nos ha contado amores lejanos y enterrados, que viven por y para él en cada una de las 4 cuerdas de su violin.


La pequeña caja de madera con sus cuatro cuerdas, fue es y será el gran amor de su vida, lo fue para su bisabuelo, que lo compró en Cremona muchos años atrás, lo fue también para su abuelo y posteriormente para su padre, de hecho, todos los recuerdos que guarda de él, están invariablemente unidos a este instrumento.

Monsieur Jennepin no llegó a casarse, nunca la intentó, ¿cómo iba a hacerlo? ¿qué mujer estaba dispuesta a compartirlo con la pequeña joya familiar?


Cuando el anciano abandone esta noche nuestra casa, se que olvidaré que ha estado aquí, borraré su imagen, tan pronto como mañana vuelva a acariciar su arco con las cuerdas, volveré a crear la antigua imagen que tenía de él....


miércoles, 13 de febrero de 2008

Las amigas de Colette....

Su nombre era Celeste, y en muchas ocasiones había pasado horas y horas en nuestro ático.
Decía que Colette era su tabla de salvación, su único asidero cuando perdía el contacto con la tierra, cuando se secaban sus raíces y el resto de sus anclajes empezaban a fallar...

Me había empezado a acostumbrar a su presencia, a sus maneras de bailarina altiva y prepotente, a su caminar firme y seguro viendo el mundo desde sus tacones, a su timbre de flauta y su tono de voz siempre exagerado, a sus vestidos imposibles, enormemente largos o tan escasos que era fácil confundirlos con el tapizado de la chaise-longue en la que solía pasar casi todas sus horas de vigilia.
Celeste, la gran Celeste, la estrella del Moulin, ni siquiera Colette podía soñar con acercarse minimamente a su nivel.

Sus admiradores se multiplicaban a cada función, su camerino era como un mercado a primera hora de la mañana, mercancías lujosas, perfumes afamados, flores de mil colores y todo rodeado de caballeros perfectamente trajeados, sonrientes y deseosos de recibir, al menos, una mirada lasciva que les hiciera creer que eran los elegidos para ocupar un hueco en el corazón de Celeste.

Pero su corazón no estaba libre, ni para ellos ni para nadie, su corazón estaba ocupado por una dolencia que arrastraba desde su miserable niñez, que limitaba día a día su capacidad, que le provocaba una extraña tos que más de uno había confundido con tuberculosis, que le obligaba a tomar medicación constante para liberar su cuerpo de líquidos, antes que éstos ocuparan habitáculos no destinados para ellos.

Nunca hablaba de ello, pero todos sabíamos que el final no estaría lejos.....

En más de una ocasión he intentado pintarla, reflejar en el lienzo la brisa que Celeste deja a su paso, las vibraciones de su voz en los techos altos, aún horas después de que se haya ido, su dura mirada de mujer que no lo tuvo todo, que ahora lo tiene y que sabe que lo va a perder de nuevo, y esta vez para siempre.

Es esquiva, tiene miedo a verse a través de mis pinceles, a verse apoyada en un caballete que como un espejo puede reflejar lo que siente por dentro, muy adentro, allá donde ninguno ha llegado, allá donde habita la pequeña Celeste, la indefensa, la discreta, la dulce y nada altiva, la atormentada...

Se que es cuestión de tiempo, ha empezado a confiar en mi, en Jeanne, la pintora que vive en una habitación con dos ventanas, desde las que puede verse el patio interior.

Iremos a Morbihan con Colette y Keryann, a nuestro "pequeño mar medicinal", y allí, cualquier día, cuando la belleza del paisaje cale hondo en sus venas, cuando la brisa cargada de litio atraviese su pelo..... allí , la pintaré.....

lunes, 11 de febrero de 2008

Entre el cielo y la tierra


En ocasiones como hoy, se produce una gran confabulación para convertir, lo que pudiera haber sido una situación totalmente mundana, en un hecho mucho más cercano a lo sobrenatural.

Un pequeño cambio en nuestra gran rutina, se transmite, como las ondas dentro de un estanque, para provocar un final totalmente desmedido en relación a la causa que lo generó.

Hoy, después de un cierto tiempo en tierra, he llegado a volar, un vuelo a gran altura pero sin ningún control, un vuelo torpe, un vuelo guiado por un angel desconocido, un vuelo que ha concluido con un aterrizaje forzoso y fuera de pista...

¿Un desastre? Pues a pesar de lo que pudiera parecer, no lo ha sido.

Los pilotos novatos nos arriesgamos a este tipo de vuelos con motor apagado, a despegar sin autorización de la torre de control, a aterrizar en cualquier carretera abandonada...

De todas formas, siempre hay un instructor de vuelo cerca de nosotros, que nos anima cuando la navegación es complicada, hay niebla y visibilidad nula, que nos da la mano cuando el aterrizaje forzoso es inminente, que nos sonríe después de tocar tierra con el tren de aterrizaje partido.

Tambíen está ahí, cuando llegamos al hangar sin nuestro caballo volador, cuando bajamos la cabeza ante las miradas atónitas del resto, cuando sentimos verguenza por nuestro aterrizaje de emergencia en un simple vuelo de reconocimiento....

No me arrepiento de haber visto la tierra desde fuera, de haber volado tan alto cuando sólo tenía que planear a baja altura, no siento arrepentimiento alguno por haber sentido lo que he sentido, aunque frente al vacío también .... he sentido miedo.

Volveré a pilotar el biplaza y esta vez, estaré algo más preparada ...


viernes, 8 de febrero de 2008

Relaciones karmicas

De vuelta en la academia y de nuevo he llegado tarde a mi primera clase.

Todos me han mirado, me han visto sacar mis pinceles que hace un mes fueron guardados sin mayor cuidado, y que ahoran vuelven a la luz temerosos, sucios y secos.

Mi lienzo, también olvidado, descansa pegado al suelo y apoyado en una pared llena de pegotes de pinturas de un y mil colores, mi lienzo ha perdido su privilegio de reposar sobre un caballete, el paso de los días y la ausencia de pinceles que lo acariciaran le ha conducido a esta situación.

Hoy he vuelto y las cosas han empezado a cambiar, he dejado atràs a Keryann en su golfo de Morbihan, a Colette casi recuperada, alegre y con ganas de volver al Moulin, y ahora me voy a dedicar a la razón que me trajo hasta aqui.......vuelvo a pintar.

Desde mi posición privilegiada en el fondo de la clase, estoy como ausente e invisible para todos, nadie ve mi obra, nadie me controla, y es justo esta disposición la que me permite observar sin ser vista, curiosear, cotillear, mirar como trabajan el resto de mis compañeros, veo claramente sus espaldas, las nucas peladas de ellos y el pelo largo de ellas...

Pero de nuevo, creo que algo más ha cambiado, alguien ha dado la vuelta a su caballete y llevando la contraria al resto, ha empezado a romper el molde, a deshacer el ordenamiento caótico de la clase .......... todos mirando al norte, excepto él, hombre mirando al sur.

Se llama Marco Antonio, tan apenas habla francés, es diferente a otros, es controvertido, implacable, sensible, chileno y totalmente desmedido en sus acciones.

Al terminar la jornada, a la salida, sin mediar presentación alguna ni por su parte ni por la mia, junto a las escaleras laterales, al abrigo de miradas, se me ha acercado y me ha invitado a una exposición de compatriotas titulada" Magallanes y amigos...a la vuelta de Molucas"

No ha esperado a mi respuesta, me ha cogido de la mano, ha empezado a correr y digamos que le he seguido, la sorpresa ha bloqueado mi mente y ha liberado mis piernas que como imanes han seguido a su metal, a su cobre, su cobre chileno.

La magia no ha terminado ahí, hemos reido, saltado, hemos visto cuadros, los hemos comentado entre nosotros y sobre todo con ella,la dulce Astrid,la soñadora,imaginativa y mística pintora.
Todo un descubrimiento.


sábado, 2 de febrero de 2008

Adios, Morbihan

Después de casi un mes de ausencia de esta ciudad, la ciudad de la luz, del color, de la vida nocturna, de las plazas y de los pintores, ha llegado el momento de volver, de abandonar el mar, el Golfo de Morbihan que durante estas semanas me ha acogido entre sus orillas.

El nuevo año no acababa de despuntar cuando, una noche, a altas horas de la madrugada, alguien golpeó brutalmente la puerta. Al principió pensé que era mi compañera y propietaria del ático, Colette, después de una noche de trabajo coronada por una copas de más en algun bar cercano al Moulin, pero, al abrir la puerta la encontré en el suelo, con inequivocos signos de haber recibido una gran paliza.

Pasó varios días en la cama, con moratones por todo el cuerpo menos por la cara, lo que significaba una sola cosa, la firma del autor, su amante, Jean-Claude.
En ningún momento la dulce bailarina despegó sus labios para denunciar al culpable, para gritar su nombre, pero las lágrimas que corrían por su rostro fatigado no dejaban un lugar a la duda.
Durante este tiempo, y los días que se sucedieron, yo no acudí a mis clases, no podía dejarla sola en ese estado de abandono. Algunos compañeros me enviaron noticias, nuevas tareas, pero mis pinceles no consiguieron salir del maletin.
Trascurrida una semana y viendo que los sintomas de mejora no llegaban, propuse a Colette un viaje, pensé que alejarnos de París, del Moulin, de Jean-Claude, sería una buena medicina. Ella no llegó a hablar, pero quise notar en sus ojos un brillo cuando le señalé en el mapa su tierra natal, el Golfo de Morbihan en el sur de Bretaña.

Su familia, o lo que quedaba de ella, nos recibió con el corazón abierto, abrieron de par en par las puertas de su casa en las afueras de Vannes.

Con tan solo llegar, respirar el aire del Atlántico, Colette experimiento una gran mejoría, empezó a sonreir, primero con la mirada y poco a poco con el resto del cuerpo.
Su primo, Keryann, se convirtió en nuestro acompañante, guía, consejero, y todo lo que podría decirse de alguien que se desvivió de noche y de día para que nuestra estancia terapeútica fuera perfecta.
Keryann fue, desde pequeño, un hombre ligado de pies y manos al mar, desde sus primeros baños, más tarde sus salidas diarias en barco, hasta su trabajo actual como vigilante en el faro de Eckmühl.
En nuestra despedida no he podido dejar de llorar, se que lo voy a echar de menos, se que de haberme quedado más tiempo en "el pequeño mar" nuestra incipiente amistad hubiera desembocado en una fiesta de colores, en una explosión...
Sus ojos azules parecían albergar burbujas de gas, sus manos, capaces de rodear trinquetes y mesanas, su pelo claro y rizado reflejaba el sol tanto o más que el faro con el que compartía sus noches...
Adios Keryann, adios y hasta siempre, gracias por como has cuidado a Colette, por como le has devuelto las ganas de vivir.
Y por mi parte, que voy a decir, en nuestra última noche ya te lo dije todo ...
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