lunes, 11 de febrero de 2008

Entre el cielo y la tierra


En ocasiones como hoy, se produce una gran confabulación para convertir, lo que pudiera haber sido una situación totalmente mundana, en un hecho mucho más cercano a lo sobrenatural.

Un pequeño cambio en nuestra gran rutina, se transmite, como las ondas dentro de un estanque, para provocar un final totalmente desmedido en relación a la causa que lo generó.

Hoy, después de un cierto tiempo en tierra, he llegado a volar, un vuelo a gran altura pero sin ningún control, un vuelo torpe, un vuelo guiado por un angel desconocido, un vuelo que ha concluido con un aterrizaje forzoso y fuera de pista...

¿Un desastre? Pues a pesar de lo que pudiera parecer, no lo ha sido.

Los pilotos novatos nos arriesgamos a este tipo de vuelos con motor apagado, a despegar sin autorización de la torre de control, a aterrizar en cualquier carretera abandonada...

De todas formas, siempre hay un instructor de vuelo cerca de nosotros, que nos anima cuando la navegación es complicada, hay niebla y visibilidad nula, que nos da la mano cuando el aterrizaje forzoso es inminente, que nos sonríe después de tocar tierra con el tren de aterrizaje partido.

Tambíen está ahí, cuando llegamos al hangar sin nuestro caballo volador, cuando bajamos la cabeza ante las miradas atónitas del resto, cuando sentimos verguenza por nuestro aterrizaje de emergencia en un simple vuelo de reconocimiento....

No me arrepiento de haber visto la tierra desde fuera, de haber volado tan alto cuando sólo tenía que planear a baja altura, no siento arrepentimiento alguno por haber sentido lo que he sentido, aunque frente al vacío también .... he sentido miedo.

Volveré a pilotar el biplaza y esta vez, estaré algo más preparada ...


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