Poco a poco he empezado a sentir que no quiero tener pesimistas cerca, no, no y no. Y la razón no es fácilmente explicable, o quizás lo es tanto que ellos son incapaces de entenderlo.
Cada día una legión de optimistas me dan una lección. Confirman que la felicidad la llevan dentro a pesar de que la vida se empeñe en poner escalones llenos de pieles de plátano.
Muchos tienen mil razones para no sonreír, para derrumbarse, pero no lo hacen. Cogen aire, respiran , levantan la cabeza y se lanzan a un nuevo día.
Pero existe una raza de humanos que tienen mil razones para sonreír, para no derrumbarse, pero si-lo-hacen....Cada vez los tolero menos, cada vez me molestan más.
Mi empatía no quiere ser empática con ellos.
Hoy he decidido ponerme un traje de cemento y evitar el contacto con los que ven el mundo oscuro, sucio y negro.