He encontrado el lugar para perderme ..........
Sus dimensiones son tales, que un cuerpo deambulando por esta suite, deja de sentir la presión de reposar en un lugar cerrado, tan pronto como sus pies, lentos y descalzos, se deslizan por la cerámica blanca y escocesa.
Paredes vacías, una ocupada por entero con largos ventanales que miran hacia un pequeño jardín japonés, sutil, delicado, silencioso y solitario. Su uso es privado, tanto, que antes de salir, el ocupante siente la necesidad de pedir permiso a algún ser diminuto y no humano.
Un enorme bloque de madera, elevado hasta el techo, limita la cama y la separa de la zona de aseo .... invisible. Siento ganas de mirar lo que hay detrás, pero no lo hago hasta más tarde.
Tumbado sobre la cama, la mirada se pierde y se recupera unos metros más allá, se dispersa y se recentra sobre un oleo, que como magnetizado, obliga al habitante del colchón a mirar continuamente en esa dirección.
La otra opción es mirar hacia el techo, lejano, muy lejano, blanco, resplandeciente pero totalmente vacío de emoción. Algunos han creído ver en él, marcas de corchos que alguna Vieja Dama, Viuda y francesa, pudo dejar como testimonio de una celebración con temperatura inadecuada.
Pediré la cena en la habitación, algo suave, que no llegue a molestar el placentero sueño que me espera, y también beberé leche, caliente, que como una alfombra blanca me conduzca hasta M.....de Morfeo.
Mañana, al despertar, saldré de la enorme cama bajo el gran árbol que llega al techo, miraré hacia el jardín, veré el puente rojo, y quizás notaré que desde alguna zona escondida y verde, alguien me espía.
Descubriré quizás una gran bañera redonda que mira hacia el mismo jardín, la llenaré de agua tibia, sales de colores, y como en una ceremonia iniciática me introduciré en ella, conteniendo la respiración hasta que el ruido feroz de los latidos del corazón, me obligue a regresar a la superficie.
Me dejaré perder en el tiempo de la inconsciencia, del olvido, del no mirar hacia ningún lugar, me quedaré perdido en el universo de la suite Samsara hasta que la tormenta haya pasado y yo ya no pueda volar.....
2 comentarios:
...o la impaciencia me obligue a descubrir quién habita en mi interior, qué caprichosas formas metamorfosean mi presente...¿Soy un árbol? Soy un instrumento musical que sólo anhela que el tacto humano le otorgue las voces que alberga en su interior? ¿Acaso soy en realidad los trazos en un lienzo inacabado que imagina el pintor? ¿Soy simplemente una sombra que camina libre de toda atadura humana? Probablemente sea esa, sea ese, sea la sombra que se pasea en la Suite Samsara, que busca el sueño reparador en esa gran cama, que rescata su pasado más remoto en las aguas tibias de una bañera redonda...
La cama al día siguiente seguirá intacta, anhelante del amante que pasó por ahí, que durmió sobre ella y que despertado por las presencias humanas que se acercaban a ocupar la suite, salió huyendo apresurada buscando el jardín para volver a ser la flor que siempre fue.
"Me dejaré perder en el tiempo de la inconsciencia, del olvido, del no mirar hacia ningún lugar, me quedaré perdido en el universo de la suite Samsara.."
Hola, no te imaginas lo mucho que esta idea ha removido mi interior.
No puedes saber del deseo inherente por la inconciencia, por olvidar y no saber. Por perderme por un momento.
Por no pensar, por disfrutar el disolverme en la esquina de estas exquisitas proporciones.
Me encanta esta suite.
Me fascinan tus palabras.
Gracias, Jeanne.
Gracias por hacerme soñar un momento, gracias por tus palabras.
Aqui estoy, atrapado en ellas.
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