domingo, 8 de noviembre de 2009

Berlin...muro....caida...9 noviembre...un nuevo Berlin en miniatura



En el día que todos hablan de muros que ya no están, de aniversarios de Berlines no separados...

Hace unos pocos años cuando el conocimiento de esta lengua germánica formaba parte de mis objetivos, tomé un avión, una maleta descomunal para una no amante de la moda y desembarqué en el Berlín de hoy.

Es allí donde conocí a Herr Henning, que a pesar de ser el propietario del bloque de apartamentos en el que me había alojado, vestía como si la pobreza se hubiera adueñado de cada centímetro de su piel, a pesar de que su alimentación a base de salchichas, patatas y pan negro le había generado un volumen considerable.

Desde mi habitación que daba a su jardín instalado en la planta baja, solía verlo discutir acaloradamente cada mañana con el que sin duda era su hermano gemelo, un señor Henning 2 que parecía el polo opuesto del que yo había conocido.

Los dos hermanos ocupaban sendos apartamentos que sólo compartían el jardín y era el estado de las flores y los hierbajos el que originaba todas las disputas. Así que durante mis dos primeras semanas en la capital de la vanguardia artística los gemelos de la discordia desafiaron toda la paciencia que me quedaba libre después de las clases de alemán.

Un domingo en el que los propietarios habían anunciado su ausencia de la casa, salté por mi ventana del primer piso. Con la ayuda de una cinta métrica dividí el jardín justo por la mitad, coloqué una cuerda de lado a lado y una gran sábana sobre la que había pintado por ambos lados una sola frase:

Die Henning Mauer
(El muro de los Henning)


Dos meses más tarde, cuando Berlin ya era sólo un recuerdo recibí un paquete en casa. Al abrirlo encontré mi antigua sábana con vocación de pared y una fotografía del jardín de los hermanos Henning (una pared de piedra rústica y un gran "Danke"(gracias) escrito sobre ella.


4 comentarios:

Tempus fugit dijo...

¡Qué historia!
Nunca terminaremos con los muros.


besos

dintel dijo...

Cómo pasa el tiempo...

Anónimo dijo...

Es triste pensar que a veces puedan parecer necesarios.

Yo prefiero no creerlo, no quiero muros, sean en Berlín o en Palestina, ni vallas, sean entre México y el "hermano" gringo, o entre Ceuta y Melilla y África.

Besos sin obstáculos.

Saúl dijo...

a veces pienso que el ser humano es incapaz de aprender..

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