miércoles, 12 de diciembre de 2007

Hola, me llamo Marcel D. Tengo 24 años y llevo estudiando música desde los 5 años. Mi madre es profesora de piano en una escuela privada de Combourg. Mi padre es contable en una empresa de construcciones nauticas. A mi padre nunca le gustó el mar, solo era trabajo, nunca vió ese azul como puerta a aventuras inolvidables. Hombre de extrema seriedad y vacuidad expresiva, siempre fué el rostro frio y calculador que siempre le protegia de sentimientos incómodos. Quizás por eso mi madre puso todo el cariño y atenciones en mi. Me compró un violín pequeñito y me busco un profesor en Rennes. De esos años recuerdo mas los ensayos con mi madre que las clases con el señor Trouverie. Mi madre fué mi verdadera maestra, siempre con su paciencia y perseverancia, fué capaz de enseñarme que la música podía ser mi paleta de colores, mi bicicleta a paisajes por descubrir o inventar. Desde entonces que he ido escribiendo mi cuaderno de Bitacora en aulas y escuelas de música.
A los diez años me presentaron a un concurso del departamento de ille-et-vilaine, "Concurso para jovenes promesas". Y desde ese fatídico dia padezco del diagnostico de eso que denominan "el talento". Ese cargo conlleva la siempre agotadora lucha de estar a la altura de lo que se espera de ti. Yo solo queria hacer contenta a mi madre, ser cómplices de sonrisas, chistes y melodias. Espero que se sienta orgullosa de hasta donde he llegado.
Es mi cuarto año en París, este año será el último como estudiante. Aunque terminé el curso pasado, me dejan hacer un post-graduado que debo diseñar y presentar un proyecto final. Aun no he pensado en ello, porque en realidad solo quiero tiempo para no irme. Dejar el caparazón de la escuela, enfrentarme a mis posibilidades profesionales, la verdad sobre todos estos años, expuesta como un pedazo de carne en la mesa de los comensales. Devoradores insaciables de "talentos" pasajeros y olvidables. No quiero aún darles ese gusto.
Mi primer dia de clase, me siento feliz, es mi casa de nuevo, todo está en su sitio. Léon, el conserje me saluda con su seriedad de funcionario, aunque tambien sé que se alegra de vernos a todos de nuevo. Los compañeros...

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