Con el frío que nos golpea la espalda entre las calles, con las manos heladas y la nariz roja como la de un reno mágico, se me ocurre ir a las montañas en busca de aguas termales para combatir el mal tiempo.
Y es que la sensación de sumergirse en agua caliente que huele a minerales en una paraje donde el frío es el dueño y señor, deber ser algo difícil de olvidar.
6 comentarios:
Tiene que ser una experiencia única. Odio el frío. Un beso, JEANNE.
Lo malo es el momento en que tienes que salir del agua, ¿no?
jajajaja ¡qué frí-í-í-í-ooooo!
besos
Una chimenea encendida, una infusión.
La taza entre las manos...
:)
Jordicine:
Yo también odio el frío, aunque lo aguanto mucho mejor que el calor.
Raindrop:
Si, así es, salir del agua es el peor momento, pero con 20 albornoces se arregla.
J:-)
Gabiprog:
Chimenea, infusión caliente... Es la mejor parte del invierno.
Lo malo es que hay que salir de casa :-)
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