viernes, 7 de enero de 2011

Los estragos del tiempo



Había sido una gran mansión, en ella se respiraba calor en invierno y una cierta frescura en verano. Siempre estaba llena de invitados y el silencio nunca ocupó ni un diminuto hueco de sus estancias descomunales.

Hoy la casa ya no es más que un recuerdo vago de lo que fue, ya sólo quedan las paredes como testigos tuertos del esplendor consumido por los estragos del tiempo.

Me gusta colarme dentro sin leer todos los carteles de prohibición. Me gusta caminar en silencio por sus pasillos. Respirar el aroma que debió tener y que ya se ha perdido.

No puedo evitar pensar que sus propietarios nunca imaginaron un final así.
Tan triste.

8 comentarios:

dintel dijo...

También pienso en los propietarios como tú.

Tempus fugit dijo...

Nuestras casas, algún día...


besos

Roberto dijo...

siento tristezas ante las casas abandonadas...unas tremendas ganas de echar a correr sin parar...

un beso

raindrop dijo...

Las casas envejecen muy rápidamente cuando se quedan vacías. La vida de las piedras está en las personas.

besiños

Jeanne dijo...

Dintel:

No podemos evitar pensar en sus propietarios, ellos nunca habrían imaginado la tragedia.

Jeanne dijo...

De cenizas:

Uff prefiero no imaginar algo así para mi casa.
Es terrible.

Jeanne dijo...

Roberto:

Yo siento ganas de correr también, pero para entrar y ver lo que encierran.

Jeanne dijo...

Raindrop :

Creo que tienes toda la razón. Sin nosotros nuestras casas se consumen como una cerilla.

Nos necesitan para darles vida.

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